Este año en Bogotá, tal y como anunció el alcalde Carlos Fernando Galán hace varios meses, ha estado marcado por un apretón del cinturón, puesto que la ciudad debe hacer frente al alto nivel de endeudamiento que le dejó la pandemia y debido a esto ya se están implementando varios planes de austeridad, que se han concentrado principalmente en reducir la contratitis y trabajar con lo que se tiene.
En medio de este debate y los ajustes al presupuesto, Roberto Angulo, secretario de Integración Social, sostiene que la capital del país está en un momento idóneo para implementar estrategias que le permitan tener un “gasto de mejor calidad”, en el que más allá de dejar reducir los presupuestos, se aprenda a hacer más con lo que se tiene.
Yo creo que más que afectarnos es un reto que tenemos, porque en Integración Social tenemos a cargo buena parte de las metas sociales del Distrito. Esas metas sociales y de pobreza dependen también del crecimiento económico y pues estamos entrando en un freno y el crecimiento económico de un lado.
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Lo que tenemos de telón de fondo nos obliga a ser creativos y eficientes con los recursos que hay, porque vamos a tener menos ayuda debido al crecimiento económico. Entonces tenemos que crear los programas sociales que se puedan enganchar con aspectos relacionados con la productividad, la generación de empleo y la inclusión productiva. Eso nos obliga a una modernización del gasto social.
Nosotros no obtuvimos un aumento en el presupuesto con respecto al año pasado. En Integración Social tuvimos un aumento en el año 2023 de $500.000 millones, cuando el Ingreso Mínimo Garantizado se vino a Hacienda. Ese aumento se mantuvo.
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Entonces, lo que la gente vio en el Plan de Desarrollo es que nosotros no aumentamos el presupuesto respecto al año pasado. Nos volvieron recurrente ese presupuesto y no hay una gran reducción. Es por esto que tenemos enfrente unos retos muy grandes, porque con el mismo presupuesto del año pasado vamos a hacer más.
Lo primero es que tenemos que rediseñar los programas sociales, salirnos del estatus quo, ya que sólo es posible potenciar el efecto de esos recursos si somos inconformes con el status quo. Eso nos lleva a introducir cambios en la política social. Eso sí, siempre basados en estudios y en evidencia para hacer estos cambios. Esto no se trata de jugar a adivinar las cosas. Hay unas evaluaciones que se vienen haciendo en el sector, donde hemos visto cinco puntos sobre los cuales trabajar.
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En primer lugar, nosotros tenemos que buscar operaciones cada vez más costo efectivas, modelos de operación de la política social que logren mucho más, pero con menos recursos o menos costosos. Tenemos que buscar la eficiencia y el ahorro como parte de nuestro trabajo en la función pública.
Por ejemplo, nosotros hicimos una revisión de los bonos canjeables en alimentos y nos dimos cuenta de que estos bonos son mucho más caros que una transferencia monetaria y por eso fuimos y le preguntamos a la gente si se quería cambiar, porque ellos hacen parte de la educación y gracias a eso en este momento vemos que el 65% se está pasando a transferencia monetaria.
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También hay que mirar las operaciones, que en mi concepto están excesivamente estatizadas. El 95% de la población que atendemos, es por medio de servicios operados directamente por la Secretaría. Soy consciente de que esto pisa callos, pero hay que ver cómo vamos a modelos más tercerizados. La receta nunca va a ser tercerizar todo, pero sí lograr una mezcla de tercerización y operación directa que sea más eficiente.
Hay que buscar una mejor localización de las unidades operativas de la Secretaría de Integración Social, es decir, ¿dónde deberían estar nuestros puntos de atención para llegar a más gente? Ojo, esto sin reducirlos. Elegir la localización en la ciudad también es una decisión que nos permite a nosotros tener una operación más óptima, con más población pobre y vulnerable.
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De paso le digo el tercer punto y es que hay que armonizar las reglas de juego entre al menos ocho programas de transferencias en especie, bonos y monetarias: condiciones de entrada, de salida y de complementariedad. Todo eso para evitar duplicidades no deseadas y sacar colados. Estamos replanteando todos los criterios de focalización porque esto nos ayuda a que esos flujos de población beneficiaria sean mucho más eficientes.
Por ejemplo, hoy en día tenemos como 50 mil personas en lista de espera para comedores comunitarios. ¿Pero qué tal si en la fila encontramos gente que pueda aplicar a transferencia monetaria? Con eso logramos que salgan de esta fila, les ayudamos de otra forma y ganamos espacios. Entonces, la interacción entre todos los programas armónica también nos permite llegar a tener eficiencia.
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Otro punto en el que trabajamos es en transitar de transferencias no condicionadas a condicionadas de inclusión social y productiva, excepto personas mayores y personas con discapacidad que se mantienen en no condicionadas, porque las no condicionadas fue un sistema que se creó para atender la crisis del Covid, y ya llegó el momento de preguntarnos si vale la pena mantenerlas.
Es decir, lo que queremos es que transitemos de unas transferencias que no tienen condición, a unas condiciones que nos permitan que los hogares beneficiarios tengan trayectorias de inclusión productiva. Queremos transferencias para la inclusión productiva, para estimular la formación, el capital humano, el enganche laboral. Claro está que no es para todos los casos.
Y por último, es necesario implementar el componente de gasto en ciudad, como bonos de transporte y transferencia de arriendo social. Por eso hemos priorizado en el Plan de Desarrollo el transporte y la vivienda.
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Si también entregamos transferencias para que las personas pobres y vulnerables puedan usar el Transmilenio, vamos a ganar movilidad al interior de la ciudad, y eso también es productividad. Que la gente pueda moverse en la ciudad, es productividad. Que la gente que vive en los barrios de Ciudad Bolívar, en los bordes de la ciudad pueda moverse y acercarse a las oportunidades de trabajo durante el día, es productividad.
Entonces, transporte y arriendo social con opción de compra. Si tenemos una transferencia, por ejemplo, que apoye el arriendo de una familia pobre y vulnerable, y ese arriendo se puede volver en opción de compra, estamos transformando esa transferencia en un activo. Por eso vamos a tener transferencias que van a terminar convirtiéndose no en un gasto que se consume y se extingue, sino en activos en la ciudad.
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